La decisión del salmista
“Una decisión de aprender, «…cuando aprendiere tus justos juicios»; David declara en este versículo 7 del Salmo 119, su disposición de «aprender» la Palabra de Dios. Esto es lo que separó a David de la multitud. A pesar de sus obvios problemas, David nunca perdió su hambre insaciable por la Palabra de Dios. Nunca dejó de ser sensible a su corrección, o a su instrucción en justicia. Al estudiar la Biblia, usted ve cómo esta actitud surge una y otra vez.
Los hombres de Dios, que alcanzan la verdadera grandeza, tienen este tipo de actitud en común. El ser usado poderosamente por Dios no es cuestión de talento, habilidad, posición social, ni educación. Es cuestión de tener corazón por la Palabra de Dios. Obsérvese la actitud de Pablo desde el momento de su conversión: «Señor, ¿qué quieres que yo haga?» Esta misma actitud es la que Dios espera de usted hacia Él y sus mandamientos.
¿Realmente anhela la felicidad, bienaventuranza y plenitud, con suficiente deseo para comprometerse a aprender la Palabra de Dios? ¿Se da cuenta que esta decisión afectará el resto de su vida? No estamos hablando de asistir a un estudio bíblico semanal. Esta es una decisión de aprender la Biblia y no sólo unas cuantas cosas escogidas de la Biblia.
En nuestra iglesia no existe excusa para dejar de aprender la Palabra de Dios. Nuestro discipulado sistemático y bíblico lleva a un cristiano desde el momento de su conversión al punto que pueda seguir por sí solo el estudio de la Palabra de Dios.
La decisión de aprender la Palabra de Dios es un punto inicial, pero se necesita otra decisión. Ya hemos aprendido que el mero conocimiento de la Biblia no es suficiente para obtener un corazón en pos de Dios. También es necesario estar dispuesto a comprometerse a obedecer la Palabra de Dios.”
